En la primera parte, (AQUÍ >>) aprendimos que existe una medicina atacameña. Una cosmovisión, un sistema específico, una manera de entender la naturaleza y nuestra relación con ella.
Una relación que es integral. Somos parte de la naturaleza, al contrario de una visión “materialista y consumista” como la llama el Cantur* Wilson Galleguillos, que pretende situarnos aparte.
Una visión materialista muy recurrente en estos tiempos, que nos quiere meter en la cabeza la idea de que la naturaleza es una enemiga o cuando menos un territorio para la depredación y que lo “bueno” es doblegar a esa naturaleza, subyugar los recursos y dominar no solo los territorios, sino además a otras personas.
Apartarse de la relación natural, por cualquier causa, es negar nuestra integridad y perder la conexión con el flujo y movimiento del entorno del que somos parte. Entendemos que es esa separación lo que nos provoca lo que llamamos enfermedad.
Agregamos a esto que vivimos dudando entre opciones, entre un mundo y otro, creyendo que es posible cabalgar sobre dos machos. Pero no se puede seguir a dos dioses. Hay que decidirse. O es naturaleza o es materialismo, consumismo. Ese desequilibrio también permite el acceso de la enfermedad, al debilitarnos.
También la relación con el entorno incluye a la relación que podríamos llamar “comunitaria”. Esto con precaución, porque la palabra comunidad se ha desprestigiado mucho en el ultimo tiempo. Desde la familia hasta el clan y la localidad donde vivamos y de la que somos originarios. Las relaciones humanas son parte de las relaciones naturales. No somos personas aisladas. Necesitamos y somos necesitados.
Desde los gentiles hasta ahora, hemos domesticado y hemos sido domesticados por este ambiente.
Según nuestra medicina y nuestra cosmovisión, tenemos varios cuerpos: Cuerpo espiritual, energético, material, mental, social y algún otro que no se menciona tan claramente. Cada uno de estos cuerpos necesita su alimento y debe estar en equilibrio con los otros. Un ejemplo: El cuerpo espiritual se alimenta de lo que algunos llaman “fe”.
Así que la medicina ancestral reconoce que no toda enfermedad puede ser tratada con medios químicos o físicos. Dependerá del o los cuerpos afectados.
Un ejemplo clásico es el “susto” cuando la familia sale a llamar al afectado, para que su espíritu vuelva al lugar donde tiene que estar.
En general, todo cuerpo esta “diseñado” para curarse a si mismo. Cada uno de ellos en diversos planos. Por eso también los tratamientos son personales y sociales. Comunitarios, diríamos, si la palabra no estuviera tan manipulada.
Hablando de palabras manoseadas, quizás convenga referirse a otra muy adulterada: “desierto”. Este es un concepto traído por la colonización española (como esa de “indio”) con su concepto de “despoblado”. Como un lugar yermo y sin valor. Claro, ellos llegaron con su enfermedad del oro y la explotación. Pero la mirada indígena nunca fue esa.
Respecto al ambiente en que nos desarrollamos, no vemos lo que falta, sino lo que existe.
En este “desierto” hay más de 170 plantas. Casi todos tienen usos medicinales. Usos rituales. Para alimento y forraje. Para construir.
Este “desierto”, desde el punto de vista de nuestra medicina, está lleno de vida y significado.
Nosotros somos expresión de esa vida y ese significado.
Continua…
* Wilson Galleguillos es lo que se conoce como un “cultor”. Originario de Chiu Chiu, ha estado presente en la vida política y cultural de la lickana desde hace mucho tiempo. Según Wilson, Ckantur es alguien que busca, recibe y entrega conocimiento. Ckantur, en el glosario de Vaisse, es un verbo ckunsa: dar.