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La instalación de la minería de litio en el Salar de Atacama y su relación inicial con las comunidades atacameñas: obreros, campamentos y asistencialismo (Chile, 1962-1998)

Tanna'ckatchbi 04 de junio de 2023 Visto 174 veces
Piscinas de litio del Salar de Atacama a mediados de la década de 1980. Fuente: El Mercurio de Calama, 10 de agosto de 1985.
Augusto Pinochet visitando el Salar de Atacama. Fuente: El Mercurio de Calama, 9 de mayo de 1989
Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle inaugurando SQM. Fuente: El Mercurio de Calama, 1 de julio de 1998. Noten que el Mercurio no nombra al cuarto personaje: Ponce Lerou

Ahora que estamos repartiendo platas del litio a diestra y siniestra, o esperando a recibir algún pedazo más o menos sustancioso del Salar, en forma de cajas de mercadería, alguna inyección de capital, una beca de estudios, una carrerilla política o un deposito en efectivo, queremos presentarles este articulo publicado el año pasado en la famosa (infame, según algunos) revista Estudios Atacameños.

La instalación de la minería de litio en el Salar de Atacama y su relación inicial con las comunidades atacameñas: obreros, campamentos y asistencialismo (Chile, 1962-1998)

Este documento, escrito por Rodrigo Azócar Duarte el año pasado, es un documento muy útil para entender donde estamos y hacia donde vamos.

Según el propio texto “este artículo responde a tres preguntas: ¿cuál es la relación de las comunidades atacameñas con el ecosistema del Salar de Atacama antes del arribo de la minería de litio?, ¿cómo esta minería no metálica se instala en el salar, desde el hallazgo del yacimiento hasta sus primeros años de producción?; y ¿cuál es su relación inicial con las comunidades atacameñas durante este periodo?
Nuestra hipótesis es que la instalación de la minería de litio en el Salar de Atacama se funda sobre el despojo de un bien común, y que su metanarrativa de progreso desplegada durante esta primera fase de explotación no tiene asidero material, pues su impacto socioeconómico en las poblaciones locales en términos de fuente de trabajo y acceso a servicios básicos es limitado”

Las preguntas nos parecen válidas y aunque el artículo se detiene en 1998, las consecuencias enumeradas siguen presentes, 25 años después. ¿O alguien en esta preciosa comuna tiene agua potable saliendo de las llaves de su casa?

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Para que se haga una mejor idea, aquí van el resumen y las conclusiones.

RESUMEN

El yacimiento de litio del Salar de Atacama fue la primera explotación vía salmuera en Sudamérica. Previamente, las comunidades atacameñas desarrollaron diversas prácticas culturales en torno a este bien común, las cuales fueron interrumpidas tras la instalación de esta minería no metálica durante las décadas de 1980 y 1990.

Para comprender esta transformación territorial, este artículo analiza la vinculación de las comunidades locales con el ecosistema del Salar de Atacama antes de su intervención, el proceso de instalación de la minería de litio y su relación inicial con los pueblos atacameños, proponiendo una periodización que abarca desde 1962 a 1998, la cual comprende el hallazgo del yacimiento, su exploración, construcción de minas y su primera fase de producción.

Teóricamente, el fenómeno es interpretado a través de los conceptos de bienes comunes y extractivismo. En términos metodológicos, se trata de una investigación cualitativa, basada en la revisión de archivos de prensa, etnografía y fuentes secundarias.

Concluimos que en esta primera etapa la metanarrativa de progreso y desarrollo de la minería no se materializó, a la vez que las comunidades debieron enfrentar las primeras consecuencias socioambientales de una explotación que se constituyó sobre un despojo.

CONCLUSIONES

El extractivismo genera reestructuraciones territoriales, así como efectos sociales, económicos, políticos y ambientales, configurándose como un fenómeno multidimensional (Gudynas, 2015), que como tal nos exige considerar sus diferentes variables en distintos momentos históricos.

La minería de litio en el Salar de Atacama se cimentó sobre un proceso de despojo de un bien común. Tras el cercamiento estatal y su posterior privatización, la actividad extractiva alteró los niveles ecosistémicos y estas prácticas culturales no pudieron seguir desarrollándose, conllevando los respectivos impactos socioambientales.

La instalación de este tipo de minería y su profundización, responden tanto a acontecimientos globales, como la Crisis del Petróleo, la tecnología de baterías o la electromovilidad; como locales, el tránsito del periodo dictatorial al democrático, o el reconocimiento étnico de las localidades desde pueblos del interior a comunidades indígenas atacameñas.

Ya sea en dictadura o democracia, el Estado chileno ha sido un ente facilitador de recursos naturales a la minería privada, incluso el periodo democrático ha profundizado el modelo neoliberal impuesto durante el gobierno autoritario.

Por su parte, esta minería extractiva no escatima en explotar minerales y fuentes hídricas de acuerdo con los vaivenes del mercado, quien, tras el desarrollo de nuevas tecnologías y una actual crisis medioambiental mundial, que requiere una transición a fuentes de energía más limpias, demanda mayores cantidades de litio, aumentando la intensidad y volumen de su extracción.

Este proceso productivo, la concentración por evaporación solar, data de la década de 1960 y consume gran cantidad de agua, en un desierto donde su presencia es escasa. Es por ello que el extractivismo no solo implica la migración de capitales, sino también de técnicas ajustadas a contextos locales, cuyos territorios son configurados como zonas de sacrificio.

Las zonas marginales, pobres, poco pobladas y consideradas improductivas, tras el descubrimiento del yacimiento, se vuelven esenciales para el capitalismo.

Para su inserción e instalación, la minería de litio llegó con un discurso desarrollista y progresista, acceso a trabajo y servicios básicos, pero hemos visto que tras más de una década el impacto socioeconómico en las comunidades indígenas es exiguo, lo cual contrasta fuertemente con las cifras de inversión y utilidades que obtienen las empresas a base del despojo de un territorio ocupado por miles de años.

La relación asistencialista entre empresas y comunidades, acotada y mínima, genera que una parte importante de la población siga siendo pobre y no cuente con acceso a agua potable ni electricidad, tras más de una década de operación de esta minería no metálica. En este sentido, las comunidades atacameñas no solo subsidiaron a la minería de litio sus recursos minerales e hídricos, sino también la mano de obra y sus estructuras habitacionales.

Con el tiempo y atendiendo a una mayor demanda mercantil, el extractivismo desplegará nuevas estrategias y formas de relacionamiento, como la RSE o los contratos asociativos por ventas, sin embargo, continuarán y se profundizarán los impactos socioambientales sobre la cuenca del Salar de Atacama y sus habitantes, pues el fin será siempre el mismo: explotar y exportar naturaleza, en forma de materias primas, al menor costo posible.

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